La mujer que espera que el papa salve a su hijo de la pena de muerte

Víctor Saldaño tiene 42 años y ha pasado casi la mitad de su vida esperando que lo maten. El argentino, oriundo de Córdoba, es uno de los más de 3.000 reclusos que están en el corredor de la muerte de Estados Unidos, el lugar donde se alojan quienes son sentenciados por la justicia a morir.
Y aunque las cortes de Texas ya lo condenaron dos veces a esa pena, su madre,Lidia Guerrero, está convencida de que ocurrirá un milagro y no será ejecutado. Para Lidia ese milagro vendrá de la mano de otro argentino: Jorge Bergoglio. "Tengo esperanza de que el papa Francisco logre convencer a las autoridades estadounidenses de que no ejecuten a mi hijo", dijo Guerrero a BBC Mundo desde la provincia central de Córdoba.

Las declaraciones de la mujer se dan antes de que el Papa Francisco pidiera la abolición de la pena de muerte en su discurso en el Capitolio.

Saldaño nunca negó su crimen y su madre tampoco sostiene que sea inocente. Guerrero simplemente argumenta –junto con un equipo legal argentino- que los juicios que se le siguieron a su hijo estuvieron totalmente viciados.

El abogado de Guerrero, que asesora legalmente a Saldaño, el exlegislador argentino Juan Carlos Vega, explicó a BBC Mundo que la primera condena a muerte fue anulada cuando se comprobó que hubo discriminación. Cuando se realizó un nuevo juicio y se volvió a aplicar la misma condena, en 2005, Saldaño ya llevaba una década en el corredor de la muerte.

"Se juzgó a un loco", asegura Vega, quien afirma que el tiempo de encierro tuvo un efecto devastador para la psiquis de su defendido. "Mi hijo ni siquiera me reconoció", recuerda Lidia.

A pesar de las objeciones y los pedidos de que se realice un peritaje psicológico,la justicia de Texas consideró a Saldaño apto y lo volvió a condenar.

El líder de la Iglesia católica se vio involucrado en el caso luego de reunirse brevemente con Guerrero y Vega en el Vaticano, a comienzos de 2014. El encuentro, de unos 5 minutos, se dio al finalizar una audiencia general, cuando el Papa suele acercarse a algunas personas, seleccionadas cuidadosamente por la Santa Sede.

En ese contexto, Francisco saludó a la comitiva argentina y les expresó su apoyo. "¡Si habré rezado por ese cordobesito!", le dijo a Lidia, cuando ella le pidió que interceda por su hijo.

Si bien el Papa no se comprometió a involucrarse en el caso, sí contó a los argentinos que se opone a la pena de muerte, y los alentó a continuar con su lucha, según recuerda Vega.

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