En alguno de sus muchos textos moralistas, el escritor francés Nicolas Chamfort dividió la sociedad en dos grades clases: “La de los que tienen más comida que apetito y la de los que tienen más apetito que comida“.
Pero Chamfort escribió eso en el siglo XVIII, cuando los recursos eran muchos y el planeta lucía todavía inmenso en términos de acceso y comunicación. Antes de la llegada de la Revolución Industrial, se le tenía miedo a no saber qué ocurriría en el futuro; hoy es la certeza lo que nos aterra: estamos destruyendo el planeta.
Si la última sentencia le pareció trillada, es bueno que le preste atención a una nueva y un poco más precisa: dentro de 60 años se acabará la tierra cultivable del planeta.
Según hizo trascender la agencia Reuters, María Helena Semedo, representante de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación, dijo en 2014, en un foro por el Día Mundial del Suelo, que de hecho “ya se degradó un tercio de la tierra de labranza que teníamos disponible en el planeta“, y eso que para que se regeneren solo tres centímetros de suelo cultivable hay que esperar 1.000 años.
Esta destrucción de los suelos cultivables tiene su origen en las técnicas agrícolas con químicos y en la deforestación, sin incluir por ahora el proceso de explotación de petróleo contenido en las lutitas -también llamado de esquisto.
Por eso Semedo recordó al mundo el viernes que “95% de los alimentos vienen de los suelos”, que destruimos en medio de la carrera por olvidarnos de nosotros mismos y de las más elementales tradiciones.
“Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto; pero el séptimo año la dejarás descansar“, advertía hace 3.500 años el Éxodo bíblico.
“Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto; pero el séptimo año la dejarás descansar“, advertía hace 3.500 años el Éxodo bíblico.
Todo este contexto ha obligado a la FAO a que 2015 sea declarado el Año Mundial de los Suelos, una idea que será inaugurada con eventos en Santiago de Chile, Nueva York y Roma.
José Graziano da Silva, director general de la FAO, alertó que el crecimiento demográfico requerirá un aumento de la producción alimentaria en aproximadamente 60%.
En todo caso, la FAO insiste en que una mejor planificación puede asegurar que los organismos encargados del reciclaje de los nutrientes de la tierra “aumenten la capacidad del suelo para absorber carbono y mitigar la desertificación”.
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