“Guarda el teléfono, que ahí viene un mototaxista”, es la expresión más decente que le ha tocado escuchar a Daniel Ravelo en los 10 años que lleva desempeñándose en la profesión que le ha dado de comer a sus dos hijos pero que a más de un conductor histérico o un peatón apurado le parece la “plaga” más hostil que pueda existir.
Más de una década de sus 34 años de vida Dani se ha dedicado al servicio de taxi en dos ruedas, y aunque en más de tres ocasiones laboró detrás de un escritorio bajo aire acondicionado, subraya que actualmente las ofertas laborales son escasas, por lo que el oficio de mototaxista le devenga mayores ganancias.
Aunque los pulmones del Dani -como le apodan en la línea de servicios que trabaja- parecieran omitir las intensas ráfagas de dióxido de carbono que algunos choferes expulsan a través de sus vehículos, asegura que eso es lo que menos le preocupa de su oficio pues a su juicio, “ser mototaxista en estos tiempos es un arma de doble filo que muchas veces se vuelve en contra”.
“Uno más o menos conoce a los clientes de la zona porque los ves a diario y sabes los sitios donde van, pero ahorita en estos tiempos en que estamos, cualquier carrera que salga a mitad de camino te puede costar la moto y hasta los zapatos que llevas puesto”, aseguró Ravelo mientras recordaba con horror cuando un “colega” en un semáforo lo despojó de algunos productos regulados que había adquirido ese día en un supermercado.
Los huecos, las bocinas de los carros o la lluvia ya forman parte fundamental del oficio de este padre de familia, y aunque sostiene que “cada día trae lo suyo”, aún no se adapta al repunte de inseguridad del que son víctimas diariamente sus iguales de profesión.
Aunque los pulmones del Dani -como le apodan en la línea de servicios que trabaja- parecieran omitir las intensas ráfagas de dióxido de carbono que algunos choferes expulsan a través de sus vehículos, asegura que eso es lo que menos le preocupa de su oficio pues a su juicio, “ser mototaxista en estos tiempos es un arma de doble filo que muchas veces se vuelve en contra”.
“Uno más o menos conoce a los clientes de la zona porque los ves a diario y sabes los sitios donde van, pero ahorita en estos tiempos en que estamos, cualquier carrera que salga a mitad de camino te puede costar la moto y hasta los zapatos que llevas puesto”, aseguró Ravelo mientras recordaba con horror cuando un “colega” en un semáforo lo despojó de algunos productos regulados que había adquirido ese día en un supermercado.
Los huecos, las bocinas de los carros o la lluvia ya forman parte fundamental del oficio de este padre de familia, y aunque sostiene que “cada día trae lo suyo”, aún no se adapta al repunte de inseguridad del que son víctimas diariamente sus iguales de profesión.
“Siempre hemos sido vistos como los delincuentes, los malos de la partida, quienes hacemos desastres en las colas, pero muchos también somos personas honradas que salimos día a día a exponer nuestras vidas para medio llevar comida a la casa”, argumentó.
En un día bueno de trabajo, “Dani” puede guardar en su cartera hasta Bs. 6000, sin embargo, últimamente esa tarifa ha variado notablemente pues ha optado por pagar con productos de primera necesidad en vez de billetes.
“La necesidad y la crisis muchas veces te hacen inventar cosas para poder subsistir, y más cuando eres cabeza de familia y tu crianza no te permite hacer cosas malas con tal de llenarte el bolsillo”, subrayó.
Más de una década de sus 34 años de vida Dani se ha dedicado al servicio de taxi en dos ruedas, y aunque en más de tres ocasiones laboró detrás de un escritorio bajo aire acondicionado, subraya que actualmente las ofertas laborales son escasas, por lo que el oficio de mototaxista le devenga mayores ganancias.“No hay trabajo y esto es lo que está dando, siempre ha sido algo peligroso estar todo el día encima de una moto, y más en estos tiempos de crisis, pero hay que seguir en la lucha porque en algún momento esto cambiará”, dijo.
Más de una década de sus 34 años de vida Dani se ha dedicado al servicio de taxi en dos ruedas, y aunque en más de tres ocasiones laboró detrás de un escritorio bajo aire acondicionado, subraya que actualmente las ofertas laborales son escasas, por lo que el oficio de mototaxista le devenga mayores ganancias.“No hay trabajo y esto es lo que está dando, siempre ha sido algo peligroso estar todo el día encima de una moto, y más en estos tiempos de crisis, pero hay que seguir en la lucha porque en algún momento esto cambiará”, dijo.
En efecto, según el sociólogo Dassler Michinel, se tienen que evaluar todos los factores involucrados en el tema del mototaxismo pues, “esas líneas surgen por la ineficiencia existente para responder a las demandas de movilidad en la ciudad e indican que no hay suficientes puestos de trabajo estables. Es un medio de transporte rápido, pero perverso porque te ahorras tiempo transgrediendo todas las normas de circulación”, explicó.
De acuerdo a una encuesta realizada a principios de este año por la Comisión de Transporte y Vialidad del Cabildo Metropolitano a 23 cooperativas de mototaxis del centro de Caracas, se determinó que el ingreso semanal de quienes se dedican a este oficio oscila entre los 10.000 y 12.000 bolívares.
Michinel detalló que quienes trabajan bajo la figura de cooperativas realizan un aporte semanal a la microempresa que permite cubrir el costo de los chalecos, conos, avisos, renovación de permisos e impuestos municipales, entre otras cosas.
“Hasta el 2014 las cifras señalaban el registro de más de 600 líneas de mototaxis en la ciudad capital y el 10% de los casi 2.000 motorizados fallecidos en ese año fueron mototaxistas”, finalizó.Michell Vargas Rangel
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