Siempre me han maravillado
las historias fantásticas. De niño fui atrapado por el encanto de
hadas, brujas, gnomos, troles, dragones.
Los domingos invariablemente compraba un cuento infantil en el kiosco de un
viejo español que llegó al país huyendo de Franco.
Para esa época la cultura
era esencialmente auditiva y nuestros padres repetían oralmente las historias
del folklore europeo. La TV satelital no existía, el sistema capitalista no
mostraba signos de agotamiento y la revolución del microprocesador era
impensable.
Hoy el mundo enfrenta su peor época, es evidente la angustia espiritual del ser humano, su ansiedad por escapar de las guerras, la hambruna, el problema del cambio climático, y fenómenos tan complejos como el crimen organizado. La cosmogonía impuesta durante los últimos cien años se muestra incapaz de ofrecer una alternativa válida para la humanidad.
Evidencia de ello es el crecimiento a mediados del siglo pasado de lo que se conoce como la New Age, un intento de la inteligencia estadounidense, por imponer un movimiento de sincretismo religioso, sustentado en un collage de artes adivinatorias que iban desde la lectura del oráculo chino, el hinduismo, la práctica de yoga, la tirada de naipes, y la idea astrológica de que el sol a su paso por acuario abriría una nueva era.
El gran error en el diseño del movimiento de New Age, estuvo en no hallar un sistema que uniera las prácticas de hechicería, y las creencias de distintos grupos étnicos, y las convirtiera en el evangelio de los nuevos tiempos.
La magia de la cual ha dicho Octavio Paz: “es un sistema completo y no menos coherente consigo mismo que la ciencia”, juega un rol fundamental en el anuncio de los cambios en nuestra civilización. Ella ha estado presente en la historia, actuando como un elemento regulador, pero también puede ser utilizada como un mecanismo para controlar e imponer una nueva visión del mundo.
Sus orígenes se
remontan según el libro de Enoc, al principio de la vida cuando Samyasa, y otros
ángeles, bajan a la tierra y se unen, con las hijas de los hombres, y
les enseñan el arte de utilizar las raíces para curar y otros hechizos.
El antropólogo James Frazer,
basado en el estudio de diversos ritos antiguos, asegura que el mundo vivió una
edad mágica de donde se desprendió todo el pensamiento filosófico, religioso y
científico. De ser correctas las ideas de Frazer, cuando el hombre opta por la
magia está tratando de volver al primigenio de la civilización, biológicamente esa experiencia debe estar ubicada
en alguna parte del ADN, congénitamente el ser humano está vinculado al mundo
de la magia a través de sus antepasados más lejanos.
El hombre contemporáneo ha
inventado nuevas recetas mágicas para tratar de imponer un nuevo imaginario: El
universo de cuatro dimensiones, las partículas biológicas procedentes de otros
planetas, los mundos paralelos de las partículas subatómicas, la posibilidad
de viajar a través del tiempo, la presencia de seres extraterrestres, modernos
profetas capaces de convertir rocas en diamantes.
La magia es el umbral
entre el hombre y otros universos, ha sido expuesta a los nuevos elegidos de
una manera sencilla a través de Harry Potter. Esta saga con traducción en más
de 65 idiomas, y 400 millones de
ejemplares vendidos, tiene el gran
merito de haber rescatado un sistema que
siempre ha estado presente en nuestra vida, y que permanecía oculto e ignorado
por la moderna intelectualidad.
Los lectores pueden
descubrir un imaginario lleno de seres fantásticos, mezclados con humanos
capaces de usar la magia como instrumento al servicio de la humanidad, y como
alternativa y refugio espiritual ante el acoso propiciado por la fauna perversa
de banqueros y financieros inescrupulosos agrupados en una élite depredadora
que no llega al 1% de la población mundial, y que le impone al otro 99%,
sacrificios y ajustes en nombre de la codicia, ese es tal vez el gran mensaje
de Harry Potter, que ha obligado a
tantas personas a bautizarse en la nueva religión
La invitación religiosa
es a traspasar los umbrales y prepararnos para una nueva era, donde se pueda acabar
con el afán inmisericorde de lucro, porque otros mundos son posibles más allá
de estos territorios salvajes, de donde el mismo Harry Potter, ha comenzado a
huir.
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