En 1939 se publica “Tropismos”, de Nathalie Sarraute, obra
pionera del llamado Nouveau Roman, que tendría continuadores tan disimiles como
Samuel Beckett, Claude Simon, autor de
“Consagración de la Primavera”, y ganador
del premio nobel, Michel Butor, y Alan
Robbe-Grillet, padre teórico del movimiento.
Los cimientos estéticos propuestos
en “tropismos”, se sustentan sobre la indagación en el universo de la conciencia, y convertir
esa pesquisa y los instantes que surgen
de ella, en el motivo principal de la obra, tal vez partiendo de la vieja
afirmación hecha por Sthendhal, en 1832
“El espíritu de la sospecha ha entrado en el mundo.”
En una entrevista en 1998
Sarraute, afirmaba que en sus textos “El personaje,
como tal no existe, es un mero portador de movimiento. Es el que interpreta un
papel; lo que cuenta son sus movimientos interiores, lo que yo he llamado <tropismo>”. “Son
los XX movimientos interiores, que no
están sometidos al imperio de la voluntad. Ocurren dentro de uno mismo. Yo lo
he experimentado; no es posible definirlos, pero tienen lugar dentro de uno; se
sienten. No responden a ningún tipo de organización; se producen dentro de
uno”.
Estéticamente la obra de Sarraute, surge
de las tradiciones de Shakespeare, Dante, Kafka, Dostoyevsky, Proust y Joyce,
su novelística es solo el deseo de mostrar los estados de ánimos de la
conciencia, ir hasta el límite de la identificación plena de los estados
naturales del ser humano, “se trata de buscar las imágenes que den los
equivalentes de estos estados, fugaces, en los límites de la conciencia, que
casi inconfesados encontramos en nosotros mismos.”
El Nouveau Roman se oponía al realismo practicado desde los
días de Balzac, y planteaba redefinir la concepción de la novela tradicional,
sus ideas duraron poco tiempo, pero tuvieron influencia en escritores de América
Latina, como Julio Cortázar, y el venezolano José Balza, que a los 26 años
escribió “Marzo Anterior”, una obra singular que dejaría una huella, un camino
en la novelística de experimentación en Venezuela.
Sarraute fue una escritora
que amo su literatura, se mantuvo fiel al camino trazado desde sus primeros textos,
escribía en los cafés, y una vez confesó que no había tocado jamás una
computadora, y que continuaba escribiendo a mano utilizando su pluma. Vaya este
tropismo en homenaje a la precursora de la novela sin personajes.
I
Parecían
surgir de todas partes, nacidos en la tibieza algo húmeda del aire, fluían
lentamente como si rezumasen de los muros, de los arboles entre rejas, de los bancos, de las aceras, de las
plazoletas.
Se estiraban
en largos racimos oscuros entre las fachadas muertas de las casas. De tarde en
Tarde, delante de los escaparates de los almacenes, formaban núcleos más
compactos, inmóviles, ocasionando algunos remolinos, como ligeros
estrangulamientos.
Una quietud
extraña, una especie de satisfacción desesperada, emanaba de ellos. Miraban
atentamente los montones de ropa de la exposición de ropa blanca, que imitaban
hábilmente montañas de nieve, o bien una muñeca cuyos dientes y ojos, a
intervalos regulares, se encendían, se apagaban, siempre a intervalos
idénticos, se encendían de nuevo y de nuevo se apagaban.
Miraban
largo rato sin moverse, se quedaban allí, ofrecidos, ante los escaparates,
aplazaban siempre al intervalo siguiente el momento de alejarse. Y los
niños tranquilos que les daban la mano,
cansados de mirar, distraídos, pacientemente, junto a ellos, esperaban.
Bibliografia:
1.- Tropismos, Nathalie Sarruate,
Tusquets Editores, enero de 1986.
2.- Entrevista a Nathalie Saruate, “Testigos del siglo XX, Paris 1998”,
realizada por Hans Ulrich Hosbrit .
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